Foto: Boaz Samorai
Protocolo en el buceo

La etiqueta en el buceo: el Entorno Marino

Imagina que estás dando una fiesta en tu casa, una casa maravillosa decorada con cuadros, alfombras, porcelanas finas y muebles antiguos. Imagina que algunos de tus invitados, en medio de la fiesta, empiezan a mostrar un comportamiento extraño: uno le da de comer chocolate a tu gato, otro juega a ser Tarzán con tus cortinas, otro monta a tu perro, otro acosa a la tía Minnie y otro choca con tus preciosos jarrones, esparciendo agudas esquirlas por todas tus preciosas alfombras. Antes de que te des cuenta de que no estás en el plató de una película de John Belushi, tu gato enferma gravemente, tu perro se queda conmocionado durante una semana o más (y también la tía Minnie), y nadie, en todo el mundo, podrá comprarte de nuevo tus destrozadas pertenencias, porque son piezas únicas.

Sinceramente, algunos de los comportamientos submarinos que he presenciado me han recordado a "Animal House". El medio marino, por desgracia, no se reía. Podemos dañar el entorno marino de cientos de maneras, y a veces la vida marina contraataca. Las criaturas marinas pertenecen a una especie de divinidades colectivas. Para bucear con seguridad y dormir bien, no hay que molestarlas. 

Como un toro en una tienda de porcelana

Así es como los corales duros ven a ciertos buceadores. A los corales duros les asustan los aparejos colgantes y los movimientos bruscos, se sienten cómodos manteniendo la distancia coral-humano de un metro o más. Todos los corales, blandos y duros, odian los bronceadores, y su venganza puede ser tan preocupante que un montón de empresas han empezado a producir protectores solares respetuosos con los corales. No te metas con los corales duros. El fantasma de los corales muertos puede acabar con el 80% de las especies oceánicas, convertir el azul del agua en verde grisáceo e inundar las cámaras UW. Los corales exigen respeto ya que influyen en los océanos.

Praderías marinas y fondos arenosos

Los buceadores más veteranos recordarán viejos documentales en los que los buceadores del Jurásico iban arrastrados por torpedos del Jurásico, afeitando las praderías del fondo marino. Nosotros ya no lo hacemos. En su lugar, echamos anclas y dejamos que se arrastren. Si hacemos eso, estamos actuando como el rey Herodes: muchas crías y juveniles podrían morir por falta de refugio. La venganza de los vegetales marinos (las algas y las plantas entran en este grupo) es impresionante: nuestra atmósfera recibirá menos oxígeno. Nota: los pepinos de mar no son plantas; son invertebrados.

Recogida de conchas

Digámoslo así: ¿robarías la casa de una pequeña criatura sin hogar? Por supuesto que no. Aunque las conchas parezcan y funcionen bastante bien como ceniceros, no son ceniceros. Y el medio marino no es un hotel.

Montar en peces, reptiles y mamíferos

Los buceadores de antaño montaban cualquier criatura de tamaño apropiado. Si los caballitos de mar fueran un poco más grandes, los habrían montado. Tras un sólido historial de desagradables mordeduras, y algunos ataques al corazón sufridos por tortugas marinas, los buceadores de antaño acabaron desistiendo. Hoy en día no tiene sentido restablecer este hábito descortés y peligroso. Si el medio marino no es un hotel, tampoco es un parque de atracciones.

Fascinación por los viejos bronces y latones

Sí, lo sé: el pub situado bajo el faro está repleto de campanas, mascarones de proa, bitácoras, ojos de buey, ruedas e incluso hélices. Están detrás de la barra, con vistas a los clientes de antaño, desde los tiempos en que contables, peluqueros, arquitectos, maestros de escuela (y también banqueros) no podían acceder fácilmente al mundo submarino. Entonces, bucear con pesados cascos y botas de plomo era una ocupación de bichos raros. Desde que filósofos y arqueólogos figuran entre los buceadores más hábiles, los museos ofrecen ahora paisajes submarinos. Robar en un pecio es un acto de egoísmo y desprecio hacia las futuras generaciones de buceadores. Sé amable con los buceadores del futuro. 

Dar de comer

Cuando se le ofrece comida, incluso tu perro se comporta como si estuviera hambriento; tú sabes que no lo está. Según su edad, tamaño y raza, tu perro sigue una dieta precisa. Su menú no incluye azúcares refinados y la comida se le suministra en una cantidad precisa y en el momento adecuado. Tu perro probablemente no sobreviviría sin que le proporcionaras comida. En realidad, los peces se las arreglan maravillosamente sólos. Sin tu esfuerzo, estarán más sanos y seguirán su comportamiento natural tal y como estaba previsto en un principio. La alimentación irresponsable de los tiburones, puede provocarles lesiones graves e incluso la muerte. Los carnívoros, en general, no son un grupo agradecido: también las morenas, los pargos y los meros son propensos a morder la mano que les da de comer. Los herbívoros enfermarían con la comida basura. No alimentarlos es una manera de respetarlos. 

Los polímeros son eternos

Estoy seguro de que nunca tirarás por la borda filtros de cigarrillos, bolsas de plástico ni botellas. El viento y una cubierta inestable, lo harán por ti. El deseo más secreto del plástico es llegar al océano, y se siente fatalmente atraído por cualquier masa de agua. Peces, moluscos, reptiles, larvas y mamíferos se sienten fatalmente atraídos por los residuos y desechos de plástico: las criaturas marinas los confunden con comida. Puedes frenar esta enfermiza rutina encerrando los artículos de plástico en contenedores seguros. Y, por supuesto, como mínimo, limitando el uso de plástico desechable a lo que necesitas para tu propia supervivencia. Utiliza una cantimplora y llénala de agua del grifo; evita el plástico.

El origen de los buenos modos proviene de una antigua conciencia

Los mitos griegos -hay diferentes versiones- dicen que el escorpión fue creado por la diosa Artemisa para matar a Orión, el gigante cazador, después de que éste se jactara de poder matar a todos los animales de la Tierra. No es de extrañar que las escórporas y otros parientes venenosos, pertenezcan a la familia Scorpaenidae. Si había una actitud humana que los antiguos dioses no podían perdonar era la hubris, es decir, la arrogancia. El respeto es lo contrario de la arrogancia, y su práctica es una buena forma de difundir, y recibir de vuelta, algo de bondad.


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