Los guarda-hélices, ¿obligatorios por ley? El debate continúa…


Algunas de las peores consecuencias para una persona en el agua – ya sea un bañista, un nadador, un apneísta o un buceador – son producidas por el encuentro con la peligrosa hélice, cuyas salvajes cuchillas giratorias pueden infligir profundas heridas y, en ocasiones, pueden ser fatales. Obligar a usar unas protecciones especiales (guarda-hélices) por ley, ¿ayudaría a convertir el mar en un lugar mucho más seguro, o tendría un efecto mínimo?

Roby nada rápidamente hacia el fondo. Es un entusiasta del buceo en apnea y goza de esa increíble sensación de libertad cuando está en el agua. Como si fuese un detective, está tratando de perseguir a un pequeño pez de colores; sin embargo su aliento ha llegado al límite y se ve obligado a abandonar el "caso" y regresar a la superficie.
En otro lugar, en la superficie, Manuel acaba de zarpar con su lancha a todo gas, a raíz de las insistentes peticiones de sus hijos, que quieren ir con el barco a ver que es aquella "bola" roja que flota en el mar. Los niños tienen la esperanza de que se trate de una pelota abandonada, por lo que tal vez logren izarla a bordo y jugar con ella más tarde, cuando vayan a nadar.
Mientras asciende, Roby oye un fuerte ruido que se acerca. Deja de nadar mientras trata de averiguar de qué dirección procede. El ruido se hace más y más fuerte… Roby sabe que le quedan sólo unos pocos metros de margen antes de que su flotabilidad natural y la de su traje, le empujen inexorablemente a la superficie.

Los hijos insisten a papá para que vaya más rápido, aunque se encuentran ya muy cerca, por lo que Manuel empieza a reducir la velocidad.

Roby no puede resistir más. Las contracciones abdominales son cada vez más fuertes. Necesita salir a la superficie a respirar, a pesar del gran estruendo, que ahora reconoce como el típico ruido de un motor fuera borda, que se ha vuelto muy intenso. Asciende a lo largo de la línea de su boya de señalización, hacia la superficie, situada ahora verticalmente por encima de su cabeza, y continúa su progresión, tratando desesperadamente de localizar el rastro blanquecino de agua y burbujas que produce la hélice, y evitarlo.

Manuel se da cuenta de que la "bola" se ha movido ligeramente; la puede ver a estribor, delante de él, no lejos de la proa. De repente una cabeza emerge cerca de la pelota … ¡es un buceador! Manuel cambia bruscamente de dirección en un desesperado intento de distanciarse del buceador y la boya, y sus hijos son lanzados a la cubierta de la embarcación. Manuel se siente aliviado al haber esquivado al buceador mientras continúa alejándose.

Roby emerge, justo a tiempo para encontrarse con la proa de una embarcación que se le echa encima a gran velocidad. Le esquiva en el último momento. Con una sensación abrumadora, exhala un suspiro de alivio, pensando "…. ¡a eso se le llama suerte!" Le gustaría dedicar toda una sarta de insultos y palabrotas al patrón de la lancha, pero el tipo ya se encuentra demasiado lejos para oírle. Roby se dice a sí mismo "eso es todo por hoy; mejor no volver a desafiar al destino", abraza la boya y nada hacia la orilla.

Los nadadores, bañistas, buceadores en apnea y escafandristas, todos pueden tener un serio encontronazo con las embarcaciones, a pesar de que han sido promovidas varias campañas por organizaciones e instituciones que tratan de educar tanto a los buceadores (utilizar siempre una boya de señalización en la superficie) como a los patrones (saber reconocer las diferentes señales y mantener la distancia de seguridad). Si todo el mundo respetase las reglas, este tipo de incidentes serían poco frecuentes y puntuales. Lo mismo podría decirse de los accidentes de tráfico: ¡ojalá todo el mundo respetara las normas de circulación! La realidad, por desgracia, es muy diferente.

Guarda-hélices
En general, las embarcaciones de emergencia que operan en condiciones delicadas disponen de sistemas de chorro de agua, es decir, la hélice no se coloca en el exterior, sino que está encerrada dentro de un tubo, en el interior del barco. Esta "canalización de la hélice" tiene una función diferente: la propulsión del vehículo no se produce porque la hélice gira en el agua, sino por un chorro de agua expulsado desde la parte posterior de la embarcación, que propulsa la embarcación hacia adelante. Este sistema evita el peligro de "rebanar" a alguien que está en el agua, aunque es un sistema caro y no es aplicable a los sistemas de propulsión por hélices tradicionales, ya que debe concebirse en la fase de diseño del vehículo.
Estas consideraciones llevaron a la propuesta-provocación de DAN Europe: ¿por qué no equipar a todos los barcos provistos con una hélice externa con un guardia-hélice? Básicamente se trata de un marco de plástico o metálico que cubre la hélice y que impide que cabos, algas y, en nuestro caso, cuerpos humanos, entren en contacto con las palas. Algunos guarda-hélices son de plástico y, por tanto, baratos (unos cientos de Euros / Libras). Para los patrones de las embarcaciones también podrían ser útiles para evitar enredarse con la cabullería en los puertos; sin embargo, el inconveniente podría ser que el rendimiento del vehículo se ve afectado, a pesar de que muchos fabricantes de guarda-hélices prometen un aumento en el rendimiento debido a una mejor canalización del flujo hidrodinámico. Estos beneficios parecen ser más ventajosos cuando el vehículo se desplaza a baja velocidad, especialmente por una disminución en el consumo.

¿Serían de utilidad para los apasionados de las actividades de buceo? Tal vez se reducirían los daños, en caso de mala suerte, al contactar con una hélice en movimiento. La protección sería muy eficaz cuando el vehículo estuviese parado o desplazándose a baja velocidad, pero cuando se está moviendo a alta velocidad, no sabemos si la colisión con el protector de la hélice causaría menos daños en comparación con una colisión con una hélice sin protección. Para responder a esto, tendría que realizarse una investigación a fondo. ¿Algún voluntario para actuar de conejillo de indias? Lo que es seguro es que, al menos en los vehículos utilizados para el transporte de bañistas, apneístas y buceadores, no estaría de más tener alguna forma de protección que permita reducir las consecuencias de una caída o de caer al agua antes de que el guía o el capitán detenga los motores y de permiso para entrar en el agua.

Lo que opinan los expertos
Sobre el uso y ante la posibilidad de que los guarda-hélices se vuelvan obligatorios, escuchemos las opiniones de personalidades destacadas en el mundo del buceo (cf. El uso de protectores de hélice para la seguridad en el buceo: ¿panacea o palativo?). Vamos a añadir la influyente contribución de Lucio Petrone, periodista náutico y destacada personalidad en el mundo de las asociaciones náuticas.

La propuesta-provocación está lejos de ser un sin sentido, sobre todo teniendo en cuenta que los accidentes, algunos incluso mortales, a menudo son causados simplemente por la distracción de los capitanes, maniobrando en el muelle o durante el varamiento o atraque en la orilla. Los fabricantes de motores han gastado y siguen gastando fortunas para hacer las colas de los motores fueraborda más aerodinámicas y lograr así un menor consumo de combustible y velocidades más altas, Las peticiones provienen, no sólo para embarcaciones de planeo a alta velocidad, sino también para las pequeñas lanchas que se utilizan cuando se desea llegar de forma rápida a la zona de baño o área de pesca o regresar a puerto. Sin embargo, la provocación – sacrificar un poco de velocidad a favor de la seguridad – es algo más que eso, especialmente para aquellas embarcaciones que más a menudo pasan cerca de las zonas de baño. El convertir las hélices de las embarcaciones en menos peligrosas debería ser, de algún modo, objetivo de civismo, con posibles incentivos en términos de seguros. La propulsión con chorro de agua (hélices tuneladas) ya se utiliza, pero sólo como resultado de encargos de diseño específicos, mientras que la transformación de la provocación en realidad, aunque sólo fuese voluntaria, sería esencial para la mejora de la seguridad marítima. Es evidente que el problema debe abordarse en primer lugar como un proyecto y luego legalmente. Podría establecerse, por ejemplo, que todos los motores de las embarcaciones de alquiler (potencialmente las más peligrosas, ya que se encuentran en manos de usuarios inexpertos) equipasen guarda-hélices o transformar de alguna otra manera sus hélices en inofensivas. Sin duda, debería estimularse el interés de los fabricantes en este mercado. Esta es también mi propuesta, dictada por mi obsesión por la seguridad, en la que, al menos de forma prospectiva, cuando salgamos del túnel de la crisis económica, sería bueno mediar. No puedo hablar en nombre de todos los miembros del Consejo de los Usuarios Náuticos (Asociaicón Náutica Italiana), pero todos aquellos interesados en el desarrollo cultural del sector y, por tanto, de una protección más eficaz de la vida humana en el mar, comparten mi idea.

 

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