Los Misterios de la Flotabilidad

Imaginaos que os encontráis, por un error en la mecánica espaciotemporal del Universo, teniendo que explicar a un faraón de hace 4500 años lo que sucede si se pierde el control de la flotabilidad durante la inmersión. Resultaría muy difícil de describir a Keops el funcionamiento de la máquina de viento que llevas a tu espalda y tu deportiva piel impermeable hecha con estómagos de cabra y el cinturón con placas metálicas, arriesgándote a que pudieran nombrarte Sumo Sacerdote o …darte unos buenos azotes.

Unos 4500 años después los descendientes de Keops (y de Genghis Khan) se han dedicado a bucear. A pesar de que explicar el tema de la flotabilidad, incluso para un buceador formado y capacitado, sigue siendo una tarea igual de difícil hasta en nuestros días. Bueno, se podría decir que ningún ser humano nace moviendo sus aletas y con un regulador en la boca. Ciertamente, si esto llegara a suceder, las parteras no llamarían a DAN, ¡sino al centro de OVNIs más cercano! El control de la flotabilidad se aprende, no es innato, pero no todos los buceadores prestan la adecuada atención al lastre ni al chaleco. ¿Conoces esos fondos marinos llenos de cinturones de nylon y pastillas de plomo o con esas bolsas de nylon negro que forman parte de los cinturones de lastre, y que a menudo pueden ser confundidas con nudibranquios mutantes? Bueno, la mayoría de estos objetos los dejan caer los buceadores desde la superficie, ya sea mientras se están equipando para entrar en el agua o mientras regresan al barco. Pero eso no es todo…

He visto cosas que vosotros no creeríais… Un abogado perpetra un ascenso incontrolado desde treinta metros, mientras su cinturón de plomos, cayendo de la nada, se carga una magnífica Acropora, en el Mar Rojo. He visto a un peluquero deshinchar su chaleco y arrastrarse por el fondo, invadiendo el territorio de un pez piedra. Viendo estas cosas uno se pone a temblar, incluso cuando se ha sido educado a la luz del “refuerzo positivo”, y piensa que se podría recurrir a un método mejor y más sutil: hacer que se arrepientan. Por lo tanto, le largas al abogado un bonito discurso sobre el abanico de dos metros de Acrópora que ha necesitado, por lo menos, un siglo para crecer hasta este tamaño. Le dices que tan solo un pequeño daño podría ser suficiente para matar a toda la colonia…y le convences de que la vida de ese inmenso complejo de pequeños corales, que ven a los tiburones pasar y han sido testigos de la unión de todas las especies endémicas, es mucho más interesante que la suya… Cuando intenté lo mismo con el barbero, ni se inmutó: le importaba un comino el bienestar de los peces venenosos…

Un día vi a un buceador caer hacia abajo, hasta el fondo de arena. Mientras me preguntaba si había tenido tiempo de compensar, una nube de polvo se elevó como las que el Coyote provoca cuando aterriza en el fondo de un cañón. De hecho, ya me había percatado del exceso de lastre que, para mi gusto, llevaba el buceador, pero no dije nada: ¡era nuestro guía!

Actualemnte, entre los diversos problemas que se nos presentan, hemos constatado que la pérdida de piezas y partes del equipo por el camino es, sobre todo, ecológicamente indeseable y además, según nos cuentan en el último número de Alert Diver (leedlo si todavía no lo habéis hecho), puede causar problemas de tráfico en las cámaras hiperbáricas, o peor aún, en las morgues. ¿Cómo podemos evitarlo? simplemente, hagamos lo que siempre hemos hecho: una auto-revisión. ¿Verdad que realizamos controles periódicos para asegurarnos de que tenemos nuestras llaves o la billetera con nosotros antes de dejar la casa, y comprobamos nuestras braguetas antes de salir del lavabo de un restaurante?. Estos hábitos un poco neuróticos, nos harían bien bajo el agua, junto con algunas otras medidas. A los veinte metros, si buceamos con un traje grueso, el cinturón de lastre empieza a bailar el hula-hula. Deslizarnos entre las rocas y restos de naufragios es como estar en un transporte público lleno de carteristas: si comprobamos que aún conservamos nuestras carteras con nosotros en el metro de una gran ciudad, ¿por qué no comprobar que las hebillas de nuestros cinturones de plomo todavía se mantienen cerradas? Hacer un ascenso incontrolado, lo juro, puede traer muchos más problemas que le roben a uno el efectivo, las tarjetas de crédito y los documentos. Mi pesadilla personal no es que me roben, sino una hebilla medio abierta o un bolsillo de lastre vacío…

Pero los problemas de flotabilidad y sus intentos de solución no se detienen aquí. Existe una innumerable cantidad de buceadores que se lastran en exceso y descienden como un kamikaze. ¿Ideología? ¿Depresión? No. Es gente que tiene dificultades para descender. Pero romper la superficie del agua y bajar a continuación no es una cuestión de astre, sino de respiración. Tienes que ser paciente: vaciar tus pulmones correctamente y esperar a que el agua llene el traje semi-seco, basándote en el hecho de que la naturaleza aborrece los espacios vacíos. Este principio también funciona para muchas otras cosas del buceo. Os ahorraré la teoría e iré directamente al tema: el volumen pulmonar. Los litros de aire pueden ser comparados con los plomos que llevas en tu cinturón cuando te pones un traje grueso. La respiración agitada o tratar de descender con los pulmones llenos de aire (el agua es muy dada a rechazar a los que respiran con demasiada fuerza, al igual que ocurre con los espacios vacíos) equivale a anular los plomos del cinturón.

Veamos ahora el verdadero instrumento diabólico: el chaleco hidrostático. Ya desde el principio despertó sospechas. Los buceadores utilizaban sus pulmones para regular su flotabilidad y una bolsa de plástico no invitaba a confiar en ella. Si, encima, leéis la etiqueta de un jacket, no os culpo: ¡ADVERTENCIA! – Una señal triangular con un signo de exclamación – seguido por la lista de desgracias que te podrían suceder después de su uso indebido, incluyendo la muerte. Sin duda, es más ecológico que los plomos (no se encuentran muchos chalecos por el fondo), y su uso parece más peligroso que bucear alrededor de un arrecife habitualmente dinamitado por los cazadores furtivos. ¿Qué peligros acumula este extraño artefacto y cuáles nos tiene reservados? En primer lugar, uno de los mayores malentendidos de la historia del control de la flotabilidad a partir de bolsas de plástico: los botones de hinchado y deshinchado NO se usan como los botones de un ascensor. No es cosa de risa. La gente hace esto. La compra de un chaleco de 10.000 euros no te protege de las consecuencias de un error o de un malentendido. Aunque hay quiénes han sobrevivido a la utilización indebida de este instrumento infernal…

Un pareja que buceaba en las Islas Caimán descubrió que sus ordenadores estaban bloqueados. No habían buceado durante meses y, sin embargo, en las pantallas de sus ordenadores destelleaba una alerta de emergencia. Enviaron sus equipos a revisar y el análisis de los datos y perfiles de buceo de sus ordenadores revelaban numerosas inmersiones con ascensos a la velocidad de un mísil.

Habían sido los hijos de la pareja, de doce y catorce años de edad. En ausencia de sus padres, habían estado pidiendo prestado los equipos y estrellándose contra el fondo del mar al ponerse los cinturones de lastre de los adultos. Lo único que temían era a la profundidad: debajo de ellos existe una de las simas más profundas del mundo. Entonces, hinchaban los chalecos para subir. Afortunadamente, los chalecos tenían las válvulas de alivio de sobrepresión, de lo contrario hubieran estallado, enviando a los chicos de nuevo al fondo de la Fosa de las Caimán, haciendo eterna compañía a unos espirógrafos blancos muy raros y a un puñado de bacterias.

Hay otra cosa que no te dije acerca de los chalecos: ¡pueden inflarse y desinflarse por sí mismos, bajo el agua! No es peor, si no mejor, que perder el cinturón. Hay una esperanza (al menos hasta que se llega a la superficie)… ¡siempre que uno se dé cuenta, claro! Sin embargo, no hay nada que hacer con la pérdida del cinturón de plomos. Incluso con un traje fino, 3 buceadores no te pueden mantener abajo. Por lo tanto, llegamos ahora a uno de los artículos más subestimados del equipo de buceo afectado por los cambios de volumen: el traje de neopreno; ya sea un shorty de 3mm, un traje grueso de 7 mm, un semi seco o un traje seco, o lo que sea. Muchos de los problemas de flotabilidad vienen de cambiar de vestir un traje delgado a un traje grueso. Es como pasar de conducir un scooter a un camión. El cambio de un traje de neopreno a un traje seco sin ningún tipo de práctica y de entrenamiento, es una locura y sin resultados positivos.

Equipado o sin equipar, los secretos de la flotación serían mucho más fácil de explicar a un antiguo faraón que al hombre moderno. Un buen control de la respiración, de sus ritmos, y la observancia de mantener la calma y la tranquilidad si algo nos sucede bajo el agua, es lo que deja a los buceadores (y al coral) a salvo de posibles problemas. Efectuar un lastrado correcto, mantener un buen equilibrio con el chaleco, y la realización de controles continuos, permitirán disfrutar de una de las sensaciones más hermosas que el ser humano puede experimentar: el buceo. Incluso hoy en día, la muerte de un buceador es a menudo retratado por los medios de comunicación como consecuencia del desafío humano a un ambiente extraño donde los hombres no pueden ni deben aventurarse. En el antiguo Egipto, donde las decenas de miles de muertes de los trabajadores nunca salieron en las notícias de los papiros, los constructores de las pirámides hubieran pensado lo mismo. Nosotros, en cambio, no.

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