Foto: DAN Europe staff
DAN estuvo allí por mí

¡DAN fue mi salvavidas!

Julika es una directora de documentales que se fue de vacaciones a Indonesia y, posteriormente, a la isla de Kri en Papúa Occidental, un lugar que había soñado visitar. Aunque era una buceadora experta y había realizado cientos de inmersiones, su esperada aventura no transcurrió como ella había planeado. 

Antes de emprender su viaje, Julika contrató un seguro con una conocida agencia que le reiteró que la póliza cubría las actividades de buceo. A pesar de que las condiciones del contrato lo estipulaban, Julika prefirió confirmarlo de nuevo con la agente que la atendió para cerciorarse de que tendría una asistencia completa durante su estancia en Kri. Con la confianza de haber contratado un seguro completo, no creyó necesario recurrir a DAN para firmar una segunda póliza. Más tarde, Julika reconoció haber cometido un grave error.

Ésta es su historia: El día de mi llegada a Lembeh Straits, un canal marino situado en la región oriental de la isla indonesia de Sulawesi, decidí descansar y no hice mi primera inmersión hasta las 15:30 h del día siguiente. En total, hice ocho inmersiones en cinco días, la de mayor profundidad a 26 metros. Lo cierto es que no tuve que realizar ningún esfuerzo físico, puesto que los empleados nos llevaron las botellas y no permitieron que cargásemos con ellas. Todos los puntos de buceo se encontraban a diez minutos en barco y no encontramos corrientes en ninguna de las inmersiones. La superficie del agua estaba plana, gracias a que los Lembeh Straits están resguardados del mar abierto. Hacía buen tiempo y corría una brisa ligera y agradable. 

Los descensos fueron muy lentos. Sin embargo, a pesar de que todas las condiciones eran favorables, yo tenía frío. Llevaba un traje húmedo de tipo Long John de 7 mm sin mangas con una camiseta de lycra, pero no me protegían bien y me pasaba el día temblando. Durante las inmersiones sentía un frío atroz y no podía dejar de tiritar. También tuve problemas con el regulador que había alquilado, que tenía una fuga. Se lo dije al coordinador del grupo y me contestó que al regulador no le pasaba nada en absoluto. Sin embargo, después de usarlo varias veces y quejarme otras tantas, resultó que tenía una grieta. Finalmente, conseguí que me dieran otro en perfecto estado. En la primera o segunda inmersión del segundo día, más o menos media hora después del ascenso, noté un ligero hormigueo en el pie izquierdo mientras estaba sentada con mi amiga. Decidí explicárselo en seguida al coordinador, que me preguntó si me dolían las articulaciones o tenía algún eritema en la piel. Le expliqué que lo único que sentía eran unos pinchacitos en el pie, y me dijo que no tenían importancia. 

Tras varias inmersiones, el hormigueo desapareció. Sin embargo, al acabar una inmersión volví a sentir que me clavaban unos diminutos alfileres en el pie izquierdo, y se lo comuniqué de nuevo al coordinador. Éste consideró que no era nada grave y que los síntomas no eran tan persistentes como para tomarlos en serio. Entretanto, empecé a sentirme mal y a tener síntomas gripales, que atribuí a un simple resfriado.

Mi última inmersión la hice el viernes 13 de junio a las 8:30 h de la mañana. El domingo 15, dos días más tarde, tomé un avión hacia la costa de Papúa occidental para dirigirme a un área de buceo que estaba esperando visitar. El viaje duró una hora y media. Mientras volábamos a más de 5.000 metros de altitud, me di cuenta de que el cosquilleo que, hasta entonces, se había limitado al pie izquierdo, empezó a exacerbarse considerablemente y se extendía a la mano del mismo lado. Tras el aterrizaje, tomé un barco junto con el grupo en el que viajaba que nos llevó a la paradisíaca isla de Kri, un lugar cubierto por selva tropical y rodeado por arrecifes de coral. Me esperaban unos días de buceo que prometían ser los más variados y excitantes de mi vida. Pero todo salió al contrario de lo que yo esperaba: el destino se ocupó de impedir que viviese mi sueño dorado. Durante mis primeros días en Kri seguí sintiendo el mismo hormigueo en la mano y el pie izquierdos. Los síntomas no se agravaban, pero tampoco se aliviaban. Además, continuaba experimentando una ligera sensación de opresión en los pulmones. Aunque me dolió en el alma, me vi obligada a renunciar a bucear en Kri.

Empecé a preocuparme de verdad por mis síntomas y decidí ponerme en contacto con DAN Southern Africa (DAN SA). Lamentablemente, aunque vivimos en un mundo en que no se puede ir a ningún lado sin un teléfono móvil, en la hermosa isla donde me encontraba no había ninguna centralita telefónica ni conexión a internet. La única solución era acercarme caminando por el agua hasta otra parte de la isla. Después de media hora a pie, tuve que escalar una torre de bambú de tres pisos para tener cobertura y comprobar que, al salir de Ciudad del Cabo, había configurado el servicio de itinerancia de mi móvil de forma que no podía realizar ni recibir llamadas. Sólo podía enviar mensajes de texto. La coordinadora de la isla me ofreció amablemente su teléfono personal, ya que no había ninguna línea fija en la isla. Finalmente, mi consulta llegó al Dr. Jack Meintjes, director de los servicios médicos de DAN SA, quien evaluó el caso y, tras consultar a su equipo y considerando que mis síntomas se agravaban considerablemente con la altitud, llegó a la conclusión de que, probablemente, sufría una enfermedad por descompresión (ED). Me recomendaron la evacuación inmediata y el tratamiento en una cámara hiperbárica. Fue entonces cuando me di cuenta de que DAN contaba con médicos expertos en los problemas de salud que puede causar el buceo, y que evaluaban rápidamente a los pacientes y tomaban decisiones a tiempo. 

Cuando llamé a la compañía de seguros de Johannesburgo con la que había contratado mi póliza, me preguntaron si la enfermedad que sufría era contagiosa. También querían saber cómo había subido a una torre de tres pisos si los síntomas se agravaban con la altitud. Finalmente, me dijeron que intentarían que viniese a visitarme un médico. No sabían que, en la ED, el tratamiento rápido es fundamental y puede salvarte la vida. Además, a Kri sólo llega un barco por semana. Aunque yo no era socia, DAN acudió en mi ayuda e hizo todo lo posible por ayudarme y mantener el contacto conmigo. En aquel remoto rincón del planeta fue mi salvavidas. Fue la única organización que me tomó en serio y me proporcionó información experta y profesional. Cuando les llamé, me pasaron de inmediato con un médico, grabaron todos mis mensajes y llamadas, buscaron con un GPS mi posición exacta en la isla y pusieron en marcha un plan urgente de evacuación. ¡Y ni siquiera era socia! 

El Dr. Meintjes, director médico de DAN, escribió una carta a la compañía aérea para explicarles que una de sus pasajeras sufría una ED y recomendarles que se preparasen para administrarme oxígeno en caso de que presentase síntomas agudos. 

Así, gracias a DAN me embarqué en un avión que me trasladó desde Papúa occidental hasta Manado, para que me viera un médico. Como era de esperar, a más de 5.000 metros de altitud los síntomas se agravaron. DAN me había enviado un mensaje de texto aconsejándome que fuese a Singapur si no encontraba ningún especialista en medicina hiperbárica en Manado. Cuando llegué a esta ciudad del norte de la isla de Sulawesi no había nadie esperándome en el aeropuerto, y la compañía de seguros ni siquiera había pensado en reservarme una habitación de hotel. Tampoco encontré ningún médico especialista, así que decidí ir a Singapur porque faltaban varios días para el próximo vuelo. (Nota: un lector de un periódico sudafricano se preguntaba en una carta al director cómo era posible que una buceadora experimentada tomase un avión a sabiendas de que los síntomas de la ED podían agravarse. Tengo que decir que desde DAN me habían informado suficientemente del riesgo que entrañaba volar y que la decisión la tomé junto con sus médicos, ante la imposibilidad de ser tratada por un especialista en Manado.)

 Afortunadamente, en el aeropuerto me atendió un médico que me hizo un reconocimiento y dio su conformidad para que tomase el avión, sobre todo gracias a la carta del Dr. Meintjes en la que recomendaba que me administrasen oxígeno si lo necesitaba. La tripulación también mostró buena disposición para ayudarme. (Otra nota: llevo años buceando y sé que si hubiese experimentado síntomas agudos como una parálisis o pérdida de la vista, no habría volado, sino que habría intentado buscar otra solución.) A 11.600 pies perdí la sensibilidad de los dedos de la mano izquierda, empezaron a dolerme la muñeca y el brazo y el hormigueo de la mano y el pie izquierdos se extendieron al lado derecho. No cabía duda de que la situación estaba empeorando. En el aeropuerto de Singapur, cómo no, no había nadie de la compañía de seguros. Tuve que desplazarme por mis propios medios hacia un centro médico que contaba con una cámara hiperbárica, gracias a los mensajes de texto que intercambiaba con un amigo de Ciudad del Cabo, que coordinó toda la operación de evacuación con DAN. Por fin llegué al magnífico Hospital Tan Tock Seng, donde quedé bajo la atención del Dr. Michael Ong. Me estaba esperando su equipo al completo, a pesar de que era ya medianoche cuando me ingresaron. Después de examinarme, me colocaron en una cámara de plástico transparente con forma de casco y me sometieron a una sesión de tratamiento con oxígeno hiperbárico de acuerdo con la tabla 6 de la Marina estadounidense, durante 5 horas. Al día siguiente, repitieron el tratamiento. Ambas sesiones transcurrieron sin problemas y el hormigueo empezó a desaparecer. Después de descansar un día entero, me sometí a una tercera sesión en la cámara, esta vez utilizando la tabla 5 de la Marina estadounidense, durante 3 horas (en total estuve 13 horas en la cámara). Ahora ya estoy de vuelta en Ciudad del Cabo y, aunque no pude realizar mi sueño de bucear en Kri, al menos estoy sana y salva. Tengo que agradecer a DAN que insistiera en que me pusiese en manos de un especialista en medicina hiperbárica y me sometiese a tratamiento en una cámara hiperbárica, y también que comprobaran a través de DAN Asia-Pacific que los médicos a los que me encomendé eran buenos profesionales y la cámara funcionaba correctamente. 

Nunca volveré a irme de vacaciones de buceo sin tener en cuenta a DAN.

¿Qué he aprendido de esta experiencia?

  1. La ED no siempre se manifiesta con los síntomas «típicos» (exantemas y dolor en las articulaciones). Cualquier pequeño síntoma debe ser motivo de consulta a un médico.
  2. La ED no sólo es consecuencia de una inmersión demasiado profunda o una ascensión demasiado rápida. Haga clic AQUÍ para consultar el perfil de mis inmersiones.
  3. Compruebe que tiene configurado el servicio de llamadas de su móvil antes de salir para estar seguro de que podrá realizar y recibir llamadas en una situación de emergencia como la mía.
  4. ¡No corra riesgos y cuente con DAN en su próximo viaje! DAN garantiza que, en cuanto recibe una llamada urgente o una consulta de uno de sus socios, pone a su disposición un experto en seguridad del buceo que le proporcionará un asesoramiento personalizado y transferirá el problema a un especialista en medicina hiperbárica. En unos segundos y con una simple llamada podrá hablar con un profesional que se pondrá a su disposición para ayudarle. Si el médico que le atiende tiene dudas, consultará de inmediato el caso a otro experto.
  5. No se fíe de las agencias de seguros de viaje. Trabajan con centros de llamadas donde desconocen los problemas que pueden surgir con la práctica del buceo. En mi caso, la reputada compañía de seguros con la que me puse en contacto:
  • Insistió en que mi póliza no cubría el buceo, cuando en el momento de la firma el agente me dijo lo contrario;
  • No entendía cómo había podido subir a una torre para buscar cobertura para el móvil si sufría lo que ellos llamaban «esa enfermedad»;
  • Cuestionó mi decisión de tomar un avión porque pensaba que mi «enfermedad» podía ser contagiosa;
  • Se equivocó al darle mi hora de llegada al aeropuerto al médico que me atendió en Singapur y al centro de medicina hiperbárica, a pesar de que tenían todos los datos por escrito;
  • Tardó varios días en conseguir la autorización para fletar un barco especial para llevarme al continente. Cuando llegó la autorización, ya me había ido de Indonesia en avión;
  • Utilizó demasiados intermediarios. En ningún momento tuve claro quién era la persona de la agencia que se ocupaba de mi caso, y no logré hablar con nadie que tuviera conocimientos sobre buceo o medicina hiperbárica;
  • Hizo caso omiso de la propuesta de DAN para ayudarme.

La conclusión de Julika

En situaciones de vida o muerte, no hay tiempo que perder. Tras mi experiencia con DAN, puedo afirmar que actúan con rapidez. En cuanto recibieron mi llamada, reconocieron la gravedad de mis síntomas y pusieron en marcha un plan urgente de evacuación. Actuaron con una eficiencia y una profesionalidad que nunca había visto antes.

¿Cómo se encuentra ahora Julika?

 Afortunadamente, a Julika le falta poco para recuperarse por completo: «El Dr. Meintjes cree que perderé un 15% de capacidad pulmonar. Con el tiempo, la iré recuperando, aunque es probable que no por completo. No he vuelto a bucear porque vivo en Ciudad del Cabo: ¡el mar aquí es tan frío que no me atrevo! Además, en DAN me han recomendado que si deseo bucear de nuevo me haga una revisión médica exhaustiva para confirmar que no tengo ningún problema que me impida hacerlo. También se han ofrecido a calcular una tabla de buceo específica para mí si consideran que la necesito». A Julika le apasiona el mundo submarino: «Dentro del agua tengo una sensación de paz y plenitud que me hace sentir con intensidad el presente», comenta. Esperamos que Julika vuelva a entrar en contacto con el mar y el buceo para experimentar estas emociones en un futuro próximo. Otra cuestión que no debemos olvidar es que su curación le costó a Julika varios miles de dólares.

Desde DAN queremos recordar que, pese a que ofrecemos nuestra ayuda y consejo médico profesional a todos los buceadores que acuden a nosotros, sólo nuestros socios tienen acceso a una asistencia que cubre todos los gastos médicos estipulados en las condiciones del seguro de lesiones y accidentes de buceo, y que varían en función del tipo de afiliación y de póliza. Asimismo, recordamos que sólo organizamos evacuaciones de emergencia para nuestro socios, por lo que recomendamos a todos ellos que comprueben si están al día en el pago de las cuotas. No espere a buscar ayuda improvisadamente cuando se encuentre con un problema grave: protéjase de antemano. No olvide lo que le pasó a Julika y recuérdeselo a sus compañeros de buceo.

Comentario final de John Lippmann, director ejecutivo de DAN Asia-Pacific

Con sólo ver los perfiles de profundidad y tiempo aportados por Julika resulta complicado determinar la causa del problema, dado que parecen bastante prudentes. Sin embargo, con gráficas minuto a minuto de los perfiles podría observarse si hubo áreas de ascenso rápido, las profundidades en las que pasó más tiempo y determinados factores que podrían haber contribuido a la ED. Estos factores, como pueden ser la deshidratación, el esfuerzo, el estado de salud o el nivel de forma física también pueden haber intervenido de algún modo.


Tiempos de vuelo:

Llegada el domingo 8 de junio por la mañana (Singapur – Manado).

Primera inmersión, al día siguiente, 9 de junio a las 3:30 pm.

Última inmersión, el viernes 13 de junio.

Vuelo el domingo 15 de junio al mediodía.

Otras notas: 

En todas las inmersiones iba con un compañero y con un guía de buceo.

RESUMEN DEL PERFIL DE BUCEO DE JULIKA

Fecha Profundidad
 máxima
Duración total
 de la inmersión
Hora de
 inmersión
9 junio 2008  18m  58 min  3.30pm
10 junio 2008  22m  60 min  9am
10 junio 2008  16m  64 min  4pm
11 junio 2008  22.7m  69 min  11.30am
11 junio 2008  19.2m  71 min  3pm
12 junio 2008  26.7m  63 min  8.30am
12 junio 2008  23.9m  68 min  11.30am
13 junio 2008  10m  65 min  8.30 am

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